La traducción al español está debajo
As the child of immigrants from Nigeria and Dominica, I’ve witnessed firsthand the profound meaning of U.S. citizenship for those who must fight for it. For my parents and much of my family, it wasn’t just a legal status, it was a lifeline, a chance to build better lives. Their livelihoods—and mine, in turn—have been built on understanding this country’s history and the workings of its government.
Yet, despite the significance of civic knowledge to immigrants seeking naturalization, most Americans lack it.
We are really bad at civics. Overwhelmingly, frustratingly bad.
While it is not our fault the American education system has failed to provide us civics education, it is our responsibility to do it ourselves, just like many of our ancestors. If you are a person of color or a woman, remember that many people fought tirelessly, often risking or losing their lives, to ensure your right to be represented in government. In some countries, citizens don’t have a voice like we do, and are dying to be seen and heard, something we often take for granted in America.
According to a study from the U.S. Chamber of Commerce, “…70% of Americans fail a basic civic literacy quiz on topics like the three branches of government, the number of Supreme Court justices, and other basic functions of our democracy.”
Similarly, MCCC students fit the statistics. The VOICE conducted a survey of 30 students, taking ten random questions from the U.S. Citizenship and Immigration Services Naturalization test. The average score was a 4.8 out of 10, missing the mark for the passing requirement of 6 out of 10.
This lack of knowledge is also accompanied with a lack of trust in government, with only 22% of people saying they trust the government to do “what is right,” says a Pew Research Center study.
American civics is the basis for understanding how our government operates. Without citizens understanding its systems and processes, we risk having a government that only serves its own interests.
Politicians thrive off of our ignorance. They take advantage of people’s ability to be easily influenced by the media they consume, luring the uneducated into their grasp to build their following.
For example, Donald Trump blamed Kamala Harris for inflation, saying she “broke the economy, broke the border and broke the world, frankly,” leading his supporters to believe she had a direct impact on Biden’s economic policies.
However, the Vice President has virtually no power in terms of operating any branches of our government or economic system, and mainly serves as an advisor to the President. The spread of this misinformation thrives on the lack of knowledge of our government systems, and leads to a community disconnected from each other and its governance.
As college students, we take on the responsibility of learning about our selective majors, preparing ourselves to enter the workforce. While we are sharpening our minds, we must also remind ourselves that we are part of a local and national community. How are we using what we’ve learned to improve the lives of people around us?
In an interview with Arlene Gardner, President of the New Jersey Center for Civics Education, she explains the difficulty in getting people to care about civics, and addresses the social paradox that people who are likely to sign up for a civics course, are not the ones who need it the most.
She adds, “You know, part of being a citizen is appreciating that you’re connected to your community, and you know, you can try to tear it down, or you could try to improve it. You know, we want to get to the improving part.”
Gardner mentions Project Citizen, a project-based civic education program for grades 3-12 that involves students in understanding public policy and emphasizes responsible participation in local and state government. While this project aims to engage younger local perspectives, there is a need for young adults and adults to also participate.
Similarly, MCCC Political Science Professor Rebecca Biebel recounts how students who come into her American government classes often do not understand the basics of how the government works, which leads to misguided political beliefs.
She says, “I think people feel so far away from the government and it stems from lack of education…we need to meet students where they’re at.”
If all of us cared about uplifting our communities, we would be in a much different position as a society.
Given the uncertainty of our current political landscape, it is more crucial now than ever to have an informed and engaged public to uphold our democracy. Civics education is the first brick in the bridge that connects people with the heart of the community and the spirit of its government.
La falta de educación cívica básica en los Estados Unidos es una crisis y todos somos responsables de abordarla
Traducido por Aria Acevedo
Como hijo de inmigrantes de Nigeria y Dominica, he presenciado de primera mano el profundo significado de la ciudadanía estadounidense para aquellos que deben luchar por ella. Para mis padres y gran parte de mi familia, no era solo un estatus legal, era una tabla de salvación, una oportunidad para construir una vida mejor. Sus medios de subsistencia —y los míos, a su vez— se han construido entendiendo la historia de este país y el funcionamiento de su gobierno.
Sin embargo, a pesar de la importancia del conocimiento cívico para los inmigrantes que buscan la naturalización, la mayoría de los estadounidenses carecen de él.
Somos realmente malos en civismo. Extremadamente y frustrantemente malos.
Aunque no es culpa nuestra que el sistema educativo estadounidense haya fallado en proporcionarnos una educación cívica, es nuestra responsabilidad aprenderlo por nosotros mismos, como hicieron muchos de nuestros antepasados. Si eres una persona de color o una mujer, recuerda que muchas personas lucharon incansablemente, a menudo arriesgando o perdiendo sus vidas, para garantizar tu derecho a estar representado en el gobierno. En algunos países, los ciudadanos no tienen una voz como nosotros y mueren por ser vistos y escuchados, algo que a menudo damos por sentado en Estados Unidos.
Según un estudio de la Cámara de Comercio de EE.UU, “…el 70% de los estadounidenses reprueba un examen básico de conocimientos cívicos sobre temas como las tres ramas del gobierno, el número de jueces de la Corte Suprema y otras funciones básicas de nuestra democracia”.
De manera similar, los estudiantes de MCCC reflejan estas estadísticas. The VOICE realizó una encuesta a 30 estudiantes, con diez preguntas aleatorias del examen de naturalización del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los EE. UU. La puntuación promedio fue de 4,8 de 10, por debajo del requisito de aprobación de 6 de 10.
Esta falta de conocimiento también está acompañada por una falta de confianza en el gobierno, ya que solo el 22% de las personas dicen confiar en que el gobierno hará “lo correcto”, según un estudio del Centro de Investigación Pew.
El civismo estadounidense es la base para entender cómo opera nuestro gobierno. Sin que los ciudadanos comprendan sus sistemas y procesos, corremos el riesgo de tener un gobierno que solo sirva a sus propios intereses.
Los políticos prosperan gracias a nuestra ignorancia. Se aprovechan de la facilidad con la que la gente puede ser influenciada por los medios que consumen, atrayendo a los no educados para aumentar su base de apoyo.
Por ejemplo, Donald Trump culpó a Kamala Harris de la inflación, diciendo que ella “rompió la economía, rompió la frontera y rompió el mundo, francamente”, haciendo que sus seguidores creyeran que ella tuvo un impacto directo en las políticas económicas de Biden.
Sin embargo, la Vicepresidenta tiene prácticamente ningún poder para operar en las ramas del gobierno o el sistema económico, y principalmente actúa como asesora del Presidente. La propagación de esta desinformación prospera en la falta de conocimiento sobre los sistemas de gobierno, lo que conduce a una comunidad desconectada entre sí y de su gobierno.
Como estudiantes universitarios, asumimos la responsabilidad de aprender sobre nuestras áreas de especialización, preparándonos para entrar en el mercado laboral. Mientras afinamos nuestras mentes, también debemos recordarnos que somos parte de una comunidad local y nacional. ¿Cómo estamos usando lo que hemos aprendido para mejorar las vidas de quienes nos rodean?
En una entrevista con Arlene Gardner, presidenta del Centro de Educación Cívica de Nueva Jersey, ella explica la dificultad de lograr que las personas se interesen por el civismo y aborda la paradoja social de que aquellos que probablemente se inscriban en un curso de civismo no son los que más lo necesitan.
Añade: “Parte de ser un ciudadano es apreciar que estás conectado con tu comunidad, y puedes intentar destruirla, o puedes intentar mejorarla. Queremos llegar a la parte de mejorarla”.
Gardner menciona Project Citizen, un programa de educación cívica basado en proyectos para estudiantes de tercer a duodécimo grado que los involucra en la comprensión de políticas públicas y enfatiza la participación responsable en el gobierno local y estatal. Aunque este proyecto busca involucrar a los más jóvenes, también hay una necesidad de que los adultos jóvenes y adultos participen.
De manera similar, la profesora de ciencias políticas de MCCC, Rebecca Biebel, señala cómo los estudiantes que llegan a sus clases de gobierno estadounidense a menudo no comprenden los conceptos básicos del funcionamiento del gobierno, lo que lleva a creencias políticas erróneas.
Ella dice: “Creo que la gente se siente muy alejada del gobierno, y eso proviene de la falta de educación… necesitamos encontrarnos con los estudiantes donde están”.
Si todos nos preocupáramos por mejorar nuestras comunidades, estaríamos en una posición muy diferente como sociedad.
Dada la incertidumbre del panorama político actual, es más crucial que nunca tener un público informado y comprometido para defender nuestra democracia. La educación cívica es el primer ladrillo en el puente que conecta a las personas con el corazón de la comunidad y el espíritu de su gobierno.